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¿Qué ocultaba la última cena?

  • Foto del escritor: Umlanders
    Umlanders
  • 10 may 2019
  • 3 Min. de lectura

Vamos a descifrar la famosa obra de Leonardo Da Vinci (1497)


Volvemos a hablar de Leonardo para acercarnos a una de sus obras más reconocidas. La última cena es un mural pintado en una pared del convento de Santa Maria delle Grazie, en Milán, por lo que no se puede mover. No es un cuadro, como muchos podrían tender a pensar. La última cena lleva pegada a esa pared más de quinientos años, y sin embargo ha dado la vuelta al mundo, a través de libros de historias.


La última cena, es una escena que ha sido reflejada en muchos cuadros a lo largo de la historia, sin embargo, en los gestos, miradas y movimientos de las figuras de la obra de Leonardo se ha visto mucha más profundidad y significado que en el resto. Tras muchos años de análisis, todos los expertos coinciden en que definitivamente el autor nos intentaba transmitir mucha más información que el simple hecho de que era la última cena de Jesús.


Situado en el centro de la escena, Jesucristo acaba de pronunciar su famosa frase: «Yo tenía gran deseo de comer esta pascua con vosotros antes de padecer. Porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios, porque uno de vosotros me traicionará«. Se puede observar en el gesto y en la mirada de Jesús que el pobre hombre está triste y decepcionado. Acto seguido, tras decir esas duras palabras («uno de vosotros me traicionará»), los doce discípulos que lo acompañan comienzan una aireada discusión entre gestos de indignación, enfado y asombro.


Entre todos estos movimientos que realizan los trece personajes de la pintura, hay algunos que han llamado la atención más que otros. Encontramos gestos curiosos, y también inquietantes…

Es destacable el hecho de que no aparezca el cáliz del que bebió Jesucristo: el famoso Santo Grial. Es poco probable que un genio como Leonardo se olvidara de este importante elemento, que sí aparece en otros cuadros.



La Última Cena - Leonardo Da Vinci (1497)


Sin duda el mensaje oculto más famoso de esta pintura es el conflicto entre Pedro y María Magdalena; según los evangelios, era una más dentro del grupo de seguidores de Jesucristo y, de hecho, era la preferida de Jesús. La interpretación más extendida es, en resumen, la siguiente: Jesús tenía previsto que su sucesor fuera la propia María Magdalena, y que todo el poder recayera en ella. Una mujer, pues, sería la encargada de liderar la Iglesia y de portar la palabra de Dios. Ante esta noticia, el apóstol Pedro se llenó de envidia y rencor, ya que él esperaba ser el sucesor de Jesús. Leonardo estaría reflejando este hecho en La última cena, representando a Pedro enfadado (cuchillo en mano) y a María al lado de Jesucristo (vestida con las mismas ropas, de color azul y rojo). Esta interpretación adquirió fama mundial con la publicación del libro El Código Da Vinci, de Dan Brown, en 2003. Por supuesto no es reconocida por la Iglesia y es un tema tabú. ¿De verdad la líder de la Iglesia era una mujer? ¿la líder del cristianismo una mujer? ¡Sería un escándalo! Ese mensaje, en la época de Leonardo, no se podría ni transmitir ni difundir, ni siquiera pensar. Cualquiera podría ser acusado y condenado por herejía si defendía la tesis de que María Magdalena era la sucesora de Jesucristo. ¿Es por eso que Leonardo ocultó este mensaje en La última cena?


Otro posible mensaje ocultado por Leonardo es el hecho herético también de considerar que Jesucristo tenía un hermano gemelo. Esto es algo que la Iglesia no acepta, pero que muchos analistas aseguran que podría haberse tratado del apóstol Tomás Dídimo. De hecho, en los evangelios, a Tomás se le llama «el mellizo», y las palabras Tomás y Dídimo son sinónimos del concepto de «gemelo». Aunque fuera algo mal visto por la Iglesia, parece que Leonardo tenía bien claro que era verdad: quizás por eso pintó a Tomás con un aspecto tan parecido al de Jesús.


Es interesante resaltar también que, en la época en la que se pintó La última cena, era normal representar las figuras santas con una aureola, para diferenciarlos del resto de personas. Es más que sorprendente que Leonardo pasara esto por alto y no colocara sobre la cabeza de los apóstoles ni del propio Jesucristo ese símbolo de santidad. ¿Otra provocación?

 
 
 

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